A veces, nos acostumbramos tanto a ciertas emociones o pensamientos que no nos damos cuenta de que algo no va bien. Podemos pensar «es solo una mala racha» o
«se me pasará solo», pero hay señales que indican que quizás sea momento de buscar ayuda profesional.
Si te sientes abrumado por la ansiedad, la tristeza o la irritabilidad durante semanas y esto interfiere en tu día a día, podría ser una señal. No se trata de tener un mal día, sino de sentir que las emociones te sobrepasan y afectan tu trabajo, tus relaciones o tu bienestar general.
Otra señal es cuando te cuesta afrontar lo que sientes. Tal vez intentas ignorarlo, distraerte o racionalizarlo, pero sigue ahí, volviendo una y otra vez. La terapia te ayuda a comprender esas emociones, en lugar de luchar contra ellas.
Las dificultades en las relaciones también son un motivo frecuente. Si sientes que no logras comunicarte bien, que las relaciones te generan un sufrimiento constante y que repites los mismos cosas que te hacen daño, un proceso terapéutico puede ayudarte a entender qué está pasando.
Por último, si sientes un vacío, una sensación de insatisfacción constante o te preguntas si algo en tu vida debería ser diferente, la terapia es un espacio seguro para explorar qué te pasa. Allí está la clave, porque cuando logres comprender eso, el “Qué me pasa” tú sol@ iras encontrando las respuestas y no necesitarás que nadie te diga qué hacer o cómo avanzar.
Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía. La terapia no es solo para quienes están en crisis, sino para quienes quieren conocerse mejor y vivir con mayor bienestar.